Me declaro culpable de suicidio
por lanzarme al precipicio de tu cuerpo
con miedo a los reveses del destino,
sin más red que tu piel y mis deseos.
Con el alma curtida en mil batallas
disparo a tu cielo una salva de besos
y, aunque en versos te pida “no te vayas”,
no soy quién para forzar tus sentimientos.
Mi corazón protesta, mas zozobra
sin rama a que aferrarse, en caída libre,
dando la espalda a esa brisa traidora
que me grita al oído que no existes.
Yo no la creo, aunque te siento lejos,
aunque la soledad me hace la cama.
Eres la Dulcinea de mis sueños,
tal vez, si no estás hoy… vengas mañana.
por lanzarme al precipicio de tu cuerpo
con miedo a los reveses del destino,
sin más red que tu piel y mis deseos.
Con el alma curtida en mil batallas
disparo a tu cielo una salva de besos
y, aunque en versos te pida “no te vayas”,
no soy quién para forzar tus sentimientos.
Mi corazón protesta, mas zozobra
sin rama a que aferrarse, en caída libre,
dando la espalda a esa brisa traidora
que me grita al oído que no existes.
Yo no la creo, aunque te siento lejos,
aunque la soledad me hace la cama.
Eres la Dulcinea de mis sueños,
tal vez, si no estás hoy… vengas mañana.